viernes, 11 de septiembre de 2009

Cuando cuidar enfermos, enferma

Ser cuidador/compañero de alguien con dolor (o algún padecimiento crónico) no es nada fácil. Es fácil de entrar en un desgaste, de caer en depresión, de sentir que el otro roba energía y tiempo de la vida propia.

Es algo que sucede. Y necesita atención. El que tiene el síndrome necesita reconocer lo que sucede y debe hacer algo al respecto. En línea, telefónicamente, en libros o en terapia se puede encontrar ayuda.

Si el cuidador cae en éste síndrome no lo hace malo. Se vale cansarse de cuidar, se vale hartarse de que los planes cambien conforme al dolor del otro, se vale sentirse desgastado, entonces, se vale decirlo y hacer algo al respecto. Cuando no se hace nada, el cuidador va sacando el estrés generado con poco control, explotando y callendo, incluso, en maltrato psicológico, verbal o físico del cuidado. Eso es lo que ya no se vale.

Un buen ser humano, que sólo está desgastado de pronto se convierte en un ser ausente, con síntomas físicos, psicológicos, sociales y hasta laborales. El exceso de dedicación puede generar dos pacientes. El cuidador necesita hablar, distribuir responsabilidades, cuidar el equilibrio en su vida. Sería lo ideal, pero a veces no hay las condiciones para hacerlo.

El síndrome del cuidador también


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