Me cuesta mucho trabajo escribir cuando el dolor está aquí, tomando mi lugar en la vida, pero para eso existe este blog, para darle el espacio que tanto pide. Lo que hago para superar esa resistencia a escribir en momentos difíciles, es escribir cuando la crisis ha pasado, o al menos, me engaña con un respiro.
Hoy resumo dos experiencias. Una, lo vivido por la prueba de una nueva medicina. Intercambiamos el Neurontin por Lyrica. Los primeros días anduve adormilada, más de lo normal ¡claro! Según yo, tengo un cambio en el apetito... a veces, cuando ya estoy a punto de dormir, imagino alguna comida y es muy fuerte el impulso de levantarme y prepararlo. Sospecho que tiene que ver con la medicina, porque los platillos que se me antojan son ricos en carbohidratos. Lo más desagradable ha sido el día que la presión estuvo a la alta todo el día.
Lo otro, fue consecuencia de la genial idea de ir al cine. Si, ir al cine. Desde hace años, me resisto hasta el último respiro, por ir. A veces, se me olvida la razón y acepto, como sucedió el domingo pasado. La mañana siguiente, me acordé. Los sillones del cine, aquí y en China, sospecho, tienen la cabecera hecha hacia adelante y es de lo más incómoda para mi, de por si, tiezo cuello.
A pesar de mis intentos de acomodarme parece que si me afectó. Dos días de dolor intenso de cuello y rigidez. En estos casos, si la contractura persiste, termina corriéndose hacia la cabeza y cara. Ahí ya no me pregunten que hago, porque la chipilés y la angustia me pega. Por suerte, recibo un masaje delicioso en cuello, cara y cabeza con aceite de árnica que me deja dormir a pierna suelta otra vez.
Como dije, la crisis acabó o está en pausa, por eso aprovecho para reportar que este blog sigue vivo y seguirá mientras haya que contar lo que significa vivir con dolor. Y justo eso, contar lo que es vivir con dolor, no es fácil sabiendo que quien te lee, te ama y le provocas un dolor en el alma con tus letras. Lo siento, perdón por hacerlo, no es nada personal, es mi terapia y lamento involucrarlos de esa manera. Ya dije.
Hoy resumo dos experiencias. Una, lo vivido por la prueba de una nueva medicina. Intercambiamos el Neurontin por Lyrica. Los primeros días anduve adormilada, más de lo normal ¡claro! Según yo, tengo un cambio en el apetito... a veces, cuando ya estoy a punto de dormir, imagino alguna comida y es muy fuerte el impulso de levantarme y prepararlo. Sospecho que tiene que ver con la medicina, porque los platillos que se me antojan son ricos en carbohidratos. Lo más desagradable ha sido el día que la presión estuvo a la alta todo el día.
Lo otro, fue consecuencia de la genial idea de ir al cine. Si, ir al cine. Desde hace años, me resisto hasta el último respiro, por ir. A veces, se me olvida la razón y acepto, como sucedió el domingo pasado. La mañana siguiente, me acordé. Los sillones del cine, aquí y en China, sospecho, tienen la cabecera hecha hacia adelante y es de lo más incómoda para mi, de por si, tiezo cuello.
A pesar de mis intentos de acomodarme parece que si me afectó. Dos días de dolor intenso de cuello y rigidez. En estos casos, si la contractura persiste, termina corriéndose hacia la cabeza y cara. Ahí ya no me pregunten que hago, porque la chipilés y la angustia me pega. Por suerte, recibo un masaje delicioso en cuello, cara y cabeza con aceite de árnica que me deja dormir a pierna suelta otra vez.
Como dije, la crisis acabó o está en pausa, por eso aprovecho para reportar que este blog sigue vivo y seguirá mientras haya que contar lo que significa vivir con dolor. Y justo eso, contar lo que es vivir con dolor, no es fácil sabiendo que quien te lee, te ama y le provocas un dolor en el alma con tus letras. Lo siento, perdón por hacerlo, no es nada personal, es mi terapia y lamento involucrarlos de esa manera. Ya dije.