Parece que cuando mi mente empieza a vagar en banalidades, el dolor se pone celoso y cual niño que reclama más atención, me parte en dos.
A veces me es difícil entender qué tanto dolor puedo llegar a tener a veces. Cuando pasan días en los que por la noche hago planes y, al siguiente, todo se cumple, olvido cómo son las noches en las que no hay nada para mañana, solo esperar sentirme mejor.
Cuando empiezo a imaginar un hobby, una nueva actividad, un nuevo estudio... aparece, en tren, pasando sobre mi y mis ilusiones.
Incluso, a veces va más allá. A veces, hasta con mi esperanza, con mi Fe, se anda metiendo. La Lyrica que sustituyó el Neurontin parecía tener bajo completo control el dolor de la pierna y del brazo derechos.
Pues no. Algún día me escuchó decir que tal vez nunca volvería a sentirlo, que ahora si se había acabado. Esperó un par de semanas y volvió, trayendome tristeza y dolor.
No es que esté mal emocionalmente. Es solo que relato un poco lo que viene con el dolor. Siempre trae un mensaje y éstos, son los que me ha traído hoy.
Supongo que pronto volveré a no entender cómo es no tener cabeza para planes, cómo es sentirse así, como me siento yo. Con una vida por delante, pero que no la siento en mis manos sino en las manos de el.