miércoles, 31 de diciembre de 2008

La vida es realmente mejor cantando


Desde pequeña, aprendí eso gracias a la Banda Timbiriche. Me tomó 34 años escribir sobre la justificación científica de por qué la vida es mejor cantando. Resulta que cantar y escuchar música estimula el sistema inmunológico. Estudios recientes han demostrado que la samba y la música brasileña, dentro de la música contemporánea, es una de las más sanadoras, ya que hace sentir a salvo y con mucha energía a quien la escucha o la canta.




Cuando conocí de cerca a Paquita la del Barrio, conocí lo que es el desahogo y lo terapeútico que se vuelve éste. Pues bien, ahora leo que la música y la entonación van muy bien en el rito del desahogo, nos permiten expresar las emociones, la tristeza, la pena y la aflicción. Si sentimos emociones negativas somos más proclives a la depresión. Por ello, estas emociones deben exteriorizarse.

Se cuenta que una de las curaciones más famosas de la historia fue la del rey Felipe de España en la década de 1730. Después de oír a Farinelli, un cantante castrato italiano, desaparecieron milagrosamente el dolor crónico, la depresión y la enfermedad mental del monarca.


Otra de las historias más asombrosas fue el caso de los monjes de un monasterio benedictino del sur de Francia, aquejados de inquietud, fatiga y depresión. El doctor Tomatis después de visitar a 70 de los 90 monjes del monasterio comentó que su abatimiento no era físico sino auditivo. Este estado de debilidad era la consecuencia de haber eliminado varias horas de canto gregoriano de su rutina diaria.

El canto gregoriano bajaba el ritmo respiratorio, y la tensión arterial, elevándo el ánimo y aumenta la productividad. Cuando los monjes reanudaron sus sesiones de canto gregoriano recuperaron el vigor y la salud.

¿Música curativa?

La entonación y la música aumentan los niveles de endorfinas. Una investigación médica reciente indica que son capaces de disminuir el dolor e inducir una euforia natural.

En el centro de investigación de la adicción de Stanford, en California, el científico Avram Goldstein comprobó que la mitad de las personas estudiadas experimentaban euforia mientras escuchaban música, capacitando al cuerpo a producir sus propios anestésicos y a mejorar la actividad inmunitaria.

Guy Bérard, especialista francés en audición, aseguró haber tratado a 233 enfermos de depresión con tendencias suicidas. El 93 por ciento se curaron después del primer curso de tratamiento, el 4,7 por ciento curaron después de dos o tres tratamientos y solamente en cinco personas no dio resultados.

¡A cantar todo el mundo!
Artículo completo en cope.es

viernes, 26 de diciembre de 2008

Circunstancias

Esa palabra, circunstancias, me molesta. Cuando alguien explica que no puede hacer nada "que son las circunstancias" me dan ganas de hacer un rollo de ellas y golpear a ese alguien en la cabeza. Yo creo en la vida que cada uno se forja, creo en el libre albeldrío, creo en un mundo enorme donde siemrpe habrá un lugar lejano para volver a empezar. En fin, no creo que las circunstancias se adueñen del ser.

Sin embargo, hoy concluí que esa palabra se puede usar en mi caso. Estaba hoy desayunando y me disponía a tomar mis medicinas. Una tira de éstas ya estaba vacía, así que fuí al cajón donde esperaran por mi, decenas de cápsulas. Abrí una caja nueva, tomé una nueva tira, y casi como costumbre, tomé la hoja de indicaciones de la medicina.

No se cuántas veces he leído estas hojas. De uno o de otro medicamento, las he leído para luego botarlas. Hoy volví a leer que este medicamento suele provocar mareo, somnolencia y cansancio. Eso es en casi todos los pacientes. Hay quienes presentan más efectos, que yo no he sentido.

Al leer sobre la somnolencia y el cansancio, me explico, como tantas otras veces, lo que me sucede.

- Claro por eso a veces me siento tan cansada, con sueño.

Entonces recuerdo que también me siento así porque a veces no logro dormir muy bien. Si la compresa eléctrica se mueve, o se apaga por seguridad, debo acomodarla de nuevo y resetearla para que vuelva a calentar mi espalda y entonces pueda volver a dormir.

Y es entonces cuando me pierdo. Es cuando tengo enfrente mi dolor y su tratamiento. Los dos con consecuencias. Efectos que no distingo de donde vienen. Igual que la depresión.

Un día le pregunté a MMM si el dolor me provocaba la depresión, o la depresión me provocaba el dolor. La respuesta fue igual que la pregunta, complicada. "Ambos" dijo. Y desde entonces tratamos a ambos como siameses con un solo hígado enfermo. No podemos tratar uno olvidando al otro, porque en unos días caeríamos en cuenta de nuestro error.

Entonces se empiezan a formar frente a mi, en una gran plaza todos los elementos de esta ecuación: dolor, tratamientos, depresión y quien sabe cuántos más existan. Los veo, cubiertos con capucha, pero todavía no se atreven a anunciarse, a decir quien los invitó a la fiesta.

Si me quiero preguntar por qué tengo más hambre que nunca, por qué estoy mareada, por qué me siento tan cansada, me levanto, me asomo a la ventana y en la gran plaza, están ahí formadas, cual mariachi en serenata, las circunstancias.

Relájate un rato