viernes, 26 de diciembre de 2008

Circunstancias

Esa palabra, circunstancias, me molesta. Cuando alguien explica que no puede hacer nada "que son las circunstancias" me dan ganas de hacer un rollo de ellas y golpear a ese alguien en la cabeza. Yo creo en la vida que cada uno se forja, creo en el libre albeldrío, creo en un mundo enorme donde siemrpe habrá un lugar lejano para volver a empezar. En fin, no creo que las circunstancias se adueñen del ser.

Sin embargo, hoy concluí que esa palabra se puede usar en mi caso. Estaba hoy desayunando y me disponía a tomar mis medicinas. Una tira de éstas ya estaba vacía, así que fuí al cajón donde esperaran por mi, decenas de cápsulas. Abrí una caja nueva, tomé una nueva tira, y casi como costumbre, tomé la hoja de indicaciones de la medicina.

No se cuántas veces he leído estas hojas. De uno o de otro medicamento, las he leído para luego botarlas. Hoy volví a leer que este medicamento suele provocar mareo, somnolencia y cansancio. Eso es en casi todos los pacientes. Hay quienes presentan más efectos, que yo no he sentido.

Al leer sobre la somnolencia y el cansancio, me explico, como tantas otras veces, lo que me sucede.

- Claro por eso a veces me siento tan cansada, con sueño.

Entonces recuerdo que también me siento así porque a veces no logro dormir muy bien. Si la compresa eléctrica se mueve, o se apaga por seguridad, debo acomodarla de nuevo y resetearla para que vuelva a calentar mi espalda y entonces pueda volver a dormir.

Y es entonces cuando me pierdo. Es cuando tengo enfrente mi dolor y su tratamiento. Los dos con consecuencias. Efectos que no distingo de donde vienen. Igual que la depresión.

Un día le pregunté a MMM si el dolor me provocaba la depresión, o la depresión me provocaba el dolor. La respuesta fue igual que la pregunta, complicada. "Ambos" dijo. Y desde entonces tratamos a ambos como siameses con un solo hígado enfermo. No podemos tratar uno olvidando al otro, porque en unos días caeríamos en cuenta de nuestro error.

Entonces se empiezan a formar frente a mi, en una gran plaza todos los elementos de esta ecuación: dolor, tratamientos, depresión y quien sabe cuántos más existan. Los veo, cubiertos con capucha, pero todavía no se atreven a anunciarse, a decir quien los invitó a la fiesta.

Si me quiero preguntar por qué tengo más hambre que nunca, por qué estoy mareada, por qué me siento tan cansada, me levanto, me asomo a la ventana y en la gran plaza, están ahí formadas, cual mariachi en serenata, las circunstancias.

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