Reír combate el dolor. Sí, lo combate. Cuando alguien nos recomienda divertirnos y distraernos, tiene razón, con eso combatimos el dolor. Nuestro cuerpo tiene una revolución maravillosa cada que nos reímos.
Yo no lo sabía. Un día, cuando mi cuerpo no mejoraba después de una cirugía de columna, toqué fondo. Me encerré en mi habitación y me senté en la cama. En mis manos tenía mi pastillero lleno de antidepresivos y ansiolíticos. Nunca les quité la vista de encima. Me sentía tan mal. No era independiente, ni para bañarme sola. Llevarme un vaso, con un poco de agua, a la boca requería un gran esfuerzo. Ya no quería seguir así, ya no podía.
Cuando empecé a imaginar lo que sucedería después, me hizo despertar. Imaginaba a mi nana asustada tocando la puerta. Le hablaría a mi esposo al trabajo y éste tardaría casi media hora en llegar. Llegaría la ambulancia y, quizá, la policía. Luego, mi esposo le diría a mi mamá, a mis hermanas. No estoy segura si le dirían a mi papá. De pronto… me horroricé no era justo darles ese sufrimiento.
¡Necesito hacer algo! Abrí la puerta de mi cuarto, fui a la cocina y le dije a mí nana: ¡Nos vamos! Necesito estar donde haya mucha gente, el resto de la familia y mis amigos. Aquí encerrada solo pienso cosas horribles. Ella, dibujó una gran sonrisa, pues también tenía 2 meses recluida, en ese departamento. Al siguiente día, mi nana y yo empezamos una travesía.
El viaje a nuestra ciudad es de casi 5 horas en autobús. Así que de la Cd. de México nos fuimos a Querétaro. Ahí vivía mi hermana menor, y ella nos hospedó. A los dos días, nos fuimos a Salvatierra, donde estuvimos una semana, con mis tíos y mi abuelito. Finalmente, nueve días después llegamos a León, Guanajuato. Ahí les hablé a mis varios grupos de amigos y agendé reuniones. Fui apartando desayunos, comidas y cafés. Y cuando regresaba a mi cama, exhausta, me daba cuenta que cuando reía me sentía mucho mejor.
Pensé que era porque estar con mis tíos, mis primos, mis amigos me distraía. Ahora sé, que no solo fue la distracción. Sino que al reír, mi cuerpo genera endorfinas. Esas hormonas que funcionan como la morfina, pero éstas son naturales, nosotros las generamos. Le llaman la hormona del placer. Así que estos pequeños soldaditos combaten el dolor.
Y la risa no se queda corta porque hace mucho más:
a. Refuerza el sistema inmunológico
b. Previene un balance en la presión arterial
c. Relaja los músculos
d. Activa el ejercicio cardiaco
e. Beneficia la profunda respiración
f. Psicológicamente hace sentir bienestar
g. Disminuye el estrés.
Por eso y porque la vida es mucho mejor si me río de ella, no solo espero los momentos chúscos, sino que los busco. Justo antier, tuve un día no tan bueno y, en el chat, pedí chistes buenos. Recuerdo que el día 5 de marzo reí mucho, acaso ¿tengo que recordar algo más?
Por cierto, aprovecho para presentarme. Esta soy yo. No tengo tanta materia gris, más bien la tengo colorida.