domingo, 27 de julio de 2014

Un importante después

Indigo Skies PhotographyTres semanas, 21 días después de la, nunca mejor llamada “la gran” microcirugía,  estoy en un lugar donde nunca imaginé estar.  No podría decir si era falta de Fe, si era demasiado conocimiento de la ciencia y sus avances respecto al dolor, la experiencia de 12 años de vivir con dolor o la ilusión y posteriores desilusiones ante promesas de médicos que prometían un cambio radical en mi estilo de vida en 3 meses.

Lo más probable, es que todo lo anterior me hacía pensar que era un intento, que debía tener precaución de no ilusionarme demasiado.

Sin embargo, a un año dos meses de que Neurocirujanos y Algólogos dijeran que mi intenso dolor que acababa aparecer bajo mi cintura, no tenía justificación física alguna,  una pequeña cámara permitió ver que en efecto había una compresión en una raíz nerviosa que me provocaba el dolor.

La noticia de haber arreglado el problema, me provocó menor alivio que el que se confirmara que sí había algo físico, y no emocional o psicológico, como, mi ahora ex Algólogo, lo confirmara.  Ni tengo que entrar en detalles porque adquirió el “ex” en mi historial médico.  Quienes vivimos con dolor sabemos lo que dichas aseguraciones hacen en nuestra moral. 

Un día después de la intervención, en la revisión de reflejos y fuerza en brazos y piernas, además de todo estar muy bien, hubo su sorpresa.  El brazo derecho, recuperó fuerza que se había perdido o que no se había recuperado del todo desde la primera cirugía.

Mi felicidad no pudo ser mayor, nunca, nada podría superar lo bien que se sentía escuchar y sobre todo, sentir un cambio en mi cuello, en mi espalda.  Ahora el asunto es ir bajando la dosis de analgésicos, que  por cierto volvieron al nivel más bajo de los opioides, volviendo al tramadol.  Casi el coctel con el que inicié hace más de una década.

He de confesar que sentí culpa al pensar que debía escribir un post escribiendo esto. Escribir en Vivir con Dolor, donde si bien mi gente se alegraría de leer mi sentir ahora, podría ser una traición a quienes me leen porque tienen días no tan buenos, tanto o más que yo, y que por lo que me han escrito, se sienten acompañados cuando descubren similitudes entre nuestras situaciones.

Al vencer mi tiempo para escribir esto, me olvidé de ese sentimiento y recordé que yo me sentía feliz e ilusionada cuando alguien me escribía y me contaba que tal medicamento o tratamiento les había cambiado la vida.  Así que me apego a ello para compartir que la radiofrecuencia ha sido mi primer gran intervención para eliminar el dolor y estoy satisfecha con lo obtenido.

Como lo comento arriba, me disminuyeron la dosis de tramadol a las dos semanas.  Llevo una semana con ello y aún no lo asimilo del todo bien, hay dolor, aunque ya es el dolor “de antes” y ya no ese cuchillo que torcía a la derecha o izquierda conforme me movía.

Mi gente me animó antes, me llenó de excelente energía. Llegué esperanzada al hospital y desperté emocionada. Mi gente se volvió a hacer presente para acompañarme y compartir conmigo lo bien que había salido todo.

Los siguientes dos fines de semana pude asistir al bautizo de mi sobrino más pequeño y a la primera comunión de la mayor. Mis hermanas tienen ahora junto a ellas a Cristo por los sacramentos recibidos por sus hijos.  Mi mamá se repuso de un serio problema de salud que presentó a unos días de mi intervención y también estuvo presente en ambos eventos. 


Mi resumen es que Dios obró en nosotros en estos días. Así que me siento bendecida y enormemente agradecida porque las bendiciones se extienden a mis mujeres favoritas. Será un mes que no olvidaremos, que pido y pediré que no olvidemos.

Es un gran paso hacia adelante, un paso que soñábamos y orábamos porque se pudiera dar.  Una vez avanzado, no hay quien me convenza que no se puedan dar otros más.

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