Desde pequeña, aprendí eso gracias a la Banda Timbiriche. Me tomó 34 años escribir sobre la justificación científica de por qué la vida es mejor cantando. Resulta que cantar y escuchar música estimula el sistema inmunológico. Estudios recientes han demostrado que la samba y la música brasileña, dentro de la música contemporánea, es una de las más sanadoras, ya que hace sentir a salvo y con mucha energía a quien la escucha o la canta.
Cuando conocí de cerca a Paquita la del Barrio, conocí lo que es el desahogo y lo terapeútico que se vuelve éste. Pues bien, ahora leo que la música y la entonación van muy bien en el rito del desahogo, nos permiten expresar las emociones, la tristeza, la pena y la aflicción. Si sentimos emociones negativas somos más proclives a la depresión. Por ello, estas emociones deben exteriorizarse.
Se cuenta que una de las curaciones más famosas de la historia fue la del rey Felipe de España en la década de 1730. Después de oír a Farinelli, un cantante castrato italiano, desaparecieron milagrosamente el dolor crónico, la depresión y la enfermedad mental del monarca.
Otra de las historias más asombrosas fue el caso de los monjes de un monasterio benedictino del sur de Francia, aquejados de inquietud, fatiga y depresión. El doctor Tomatis después de visitar a 70 de los 90 monjes del monasterio comentó que su abatimiento no era físico sino auditivo. Este estado de debilidad era la consecuencia de haber eliminado varias horas de canto gregoriano de su rutina diaria.
El canto gregoriano bajaba el ritmo respiratorio, y la tensión arterial, elevándo el ánimo y aumenta la productividad. Cuando los monjes reanudaron sus sesiones de canto gregoriano recuperaron el vigor y la salud.
¿Música curativa?
La entonación y la música aumentan los niveles de endorfinas. Una investigación médica reciente indica que son capaces de disminuir el dolor e inducir una euforia natural.
En el centro de investigación de la adicción de Stanford, en California, el científico Avram Goldstein comprobó que la mitad de las personas estudiadas experimentaban euforia mientras escuchaban música, capacitando al cuerpo a producir sus propios anestésicos y a mejorar la actividad inmunitaria.
Guy Bérard, especialista francés en audición, aseguró haber tratado a 233 enfermos de depresión con tendencias suicidas. El 93 por ciento se curaron después del primer curso de tratamiento, el 4,7 por ciento curaron después de dos o tres tratamientos y solamente en cinco personas no dio resultados.
¡A cantar todo el mundo!